Cuidados de la palmera Fenix

 

Phoenix canariensis, la palma fénix es una especie de palmera endémica de las Islas Canarias. Debido a su belleza, facilidad de adaptación y resistencia al frío es una de las palmeras que más se usa en jardinería.

El género Phoenix pertenece a la familia de las Palmaceae y está formado por unas 17 especies de palmeras originarias de las zonas tropicales de África y Asia. Algunas especies son: Phoenix dactylifera, Phoenix canariensis, Phoenix reclinata, Phoenix theophrasti, Phoenix acaulis, Phoenix roebelenii.

Estas palmeras presentan hojas en rosetas terminales y su característico tronco está lleno de puntas con los restos de las hojas muertas. Sus frutos son bayas con un surco que las recorre a lo largo (por ejemplo los dátiles de la especie Phoenix dactylifera).

Se pueden cultivar en exterior o en interior. Si están en interior necesitan mucha luz y buena ventilación, además de un trasplante anual de los ejemplares jóvenes. En exterior deberán estar en una exposición a pleno sol. La única especie que resiste el frío (hasta 5 ºC) es la Phoenix canariensis.

La palmera Phoenix dactylifera es ideal para clima mediterráneo y llega a alcanzar los 25 metros de altura. Las palmeras Phoenix canariensis y Phoenix reclinata pueden tenerse varios años como plantas de interior.

El suelo será rico en humus y algo arcilloso para retener agua. Si se riegan abundantemente crecen más rápido. Les basta con el abonado anual del jardín, pero si se cultivan en interior es conveniente añadir semanalmente un fertilizante líquido durante la primavera.

Pueden ser atacadas por la cochinilla lanosa los ejemplares de interior que estén en ubicaciones demasiado calientes en invierno.

Se propaga por renuevo (vástago que puede producir la planta después de podados o cortados) en verano y por semillas sembradas en primavera.

Cuidados de la Palmera Washingtonia robusta o Palmera de abanico

 

El género Washingtonia, de la familia de las Palmaceae, lo integran 2 especies de palmeras originarias del norte de México y del sudoeste de EEUU: Washingtonia robusta y Washingtonia filifera. Se diferencian muy poco entre ellas: la Washingtonia filifera tiene el tronco ensanchado hacia el centro (como un barril) y la punta de los segmentos de las hojas no son rígidos como en la Washingtonia robusta (cuelgan después con la edad).

Recibe los nombres vulgares de Washingtonia, Wachintona, Pichardia y Palmera de abanico mexicana.

Estas palmeras pueden alcanzar los 30 metros de altura y presentan hojas palmeadas (divididas en más de 50 segmentos) de hasta 2 metros de diámetro y con un largo peciolo con espinas en su borde (de color pardo rojizo); al morir las hojas éstas quedan colgando del tronco durante mucho tiempo. Producen flores poco vistosas pero que surgen de espectaculares inflorescencias de hasta 4 metros de longitud. Dan lugar a frutos oscuros de forma ovoide.

Se utilizan normalmente en calles y parques públicos en ciudades, en jardines costeros y en grandes macetas cuando son jóvenes.

La Washingtonia robusta necesita una exposición de pleno sol y es capaz de resistir el calor y las heladas hasta unos -8 ºC.

El suelo puede ser una mezcla de 2/3 de tierra normal de jardín y 1/3 de arena gruesa para que drene bien. En caso de trasplante se realizará en primavera, con o sin cepellón.

Regar frecuentemente durante la primavera y el verano sin encharcar nunca el suelo; reducir los riegos el resto del año. Es resistente a la sequía y algo más resistente a la humedad que la Washingtonia filifera.

Abonar con compost o con humus en otoño.

Son palmeras resistentes a plagas y enfermedades.

Se propagan a partir de semillas pero como el tiempo de germinación es muy largo es preferible comprar plantas ya desarrolladas en viveros y centro de jardinería.

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